John Maynard Keynes pensaba que un economista debía contar con ciertos dones esenciales como ser conspicuamente historiador y matemático, negociante entre lo particular y lo general, lo temporal y lo eterno, todo en simultáneo. Para Keynes, un buen economista debía ser “tan huraño e incorruptible como un artista, pero a veces tan cercano a la tierra como un político.”
De manera que, la clave se encuentra en la habilidad de combinar, mezclar, y sintetizar. Es esta amalgama de habilidades la que funciona, siendo puro y manteniéndose dispuesto a transar. Pero esto no es todo, ya que también se requieren habilidades y destrezas. De esta manera, presentamos una lista básica, a modo de síntesis, de las habilidades, flexibilidad, simplificación, relevancia y participación de un economista:
Gran curiosidad al momento de desafiar los modelos, y en el caso de que los datos no logren cerrar, modificarlos. Situación que tiene mucha relación con la característica siguiente que es la honestidad y la ética personal, dos aspectos que resultan clave en este profesional. Incluso en los países que se conocen por presentar un riesgo de fracasar cuando la honestidad se ha hecho inconstitucional.
A estos aspectos le sigue la humildad, que luego de la más grave crisis vivida desde la Gran Depresión, son pocos los economistas que han reconocido que aún son menos los economistas que la previeron. Algunos todavía afirman que dicha crisis no fue prevista debido a que la teoría económica señala que son impredecibles bajo la hipótesis de los mercados eficientes. Y aunque pueda sonar vacío, la capacidad de aceptar el fracaso y adaptarse suele ser más relevante que nunca.
Un buen economista debe ser más que un big push, que durante la última década la economía como disciplina se ha ocupado de mover sutilmente la ideología a los datos. Debemos permitirle a los datos que hablen y logren erosionar verdades que han sido establecidas y que van desde la guerra contra las drogas, hasta la corrección política.
Otro aspecto importante que debe presentar un buen economista es el humor, ya que este siempre será bueno, sobre todo si es usado para no decir nada. A esto puede acompañarlo una pareja que sea inteligente. En la actualidad, todos los papers cuentan con 2 ó más autores, por lo que presumimos que ayuda mucho si uno de los autores comprende la diferencia entre insumo y producto.
Para un economista con apetito, suele ser de gran importancia contar con un paladar delicado. En el caso de que un economista viva en determinados países, debe estar al tanto de que no puede olvidar que se necesita una matrícula a fin de poder operar de una forma adecuada y diligenciada ante los Ministerios de Relaciones Exteriores y Educación. Aunque podríamos encontrarnos con la realidad de que en su mayoría nadie la tenga.
Para culminar, si notamos que nada de lo anterior sirve, entonces siempre será bueno saber que los “economistas tienen una mística entre los científicos sociales porque saben matemáticas”.