Sin categorizar

Estos son los réditos que posiblemente desconocidas de la millonaria industria del «mindfulness» y de la meditación

También conocido como el «mercado de la felicidad», se trata de un sector amplio donde se agrupan negocios como el entrenamiento del cuerpo y la mente a través de la meditación, la medicina alternativa, la nutrición saludable entre otros productos que están de moda.

En medio de dicho contexto, el «mindfulness» y la meditación vienen a formar parte de una tendencia que paulatinamente cuenta con más adeptos y que las empresas han decidido incorporar como un producto que le esta generando enormes ganancias. En países como Reino Unido, incluso se ha llegado a practicar en las escuelas públicas.

El «mindfulness» es conocida como una versión de la meditación tradicional que se ha adaptado a la vida actual, y ésta consiste en «conocer directamente lo que ocurre dentro y fuera de nuestro ser a cada momento», de acuerdo al profesor Mark Williams, quien es especialista en la disciplina.

«La idea es que la inversión en terapias con poco uso de tecnología, como las prácticas de conciencia plena, meditación y yoga, pueden ahorrar dinero en medicamentos y otros tratamientos», señala Kelsey Oliver, analista jefe de IBISWorld.

«Muchas compañías están optando por capitalizar el uso de estas terapias de moda como la meditación» a fin de minimizar el estrés diario.

Pero más importante aún, señala Oliver, es que la industria del mindfulness y de la meditación están funcionando como un negocio con el que es posible «reducir los costos generales de la asistencia médica».

«Capitalismo cognitivo»

Por otra parte, la industria del mindfulness cuenta con sus detractores, que la ven como una «comercialización de las verdaderas prácticas budistas».

De acuerdo a Peter Doran, quien es profesor de la Escuela de Derecho de la Queen’s University de Belfast (Irlanda del Norte), los neoliberales le están vendiendo el budismo a las personas como si se tratara de una especie de «McMindfulness» para ganar dinero y aceitar los engranajes de una economía que ve a las personas como consumidores.

De manera que, la industria del mindfulness cuenta con detractores que lo ven como una comercialización simplista del capitalismo.

«Vivimos en un capitalismo cognitivo que crea valor cautivando los sistemas neurológicos humanos. Las formas contemporáneas de capitalismo encierran y mercantilizan no solo la tierra y el trabajo, sino también nuestra imaginación», sostiene Doran, quien además argumenta que las personas son convertidas en productos con «sueños manufacturados» por empresas e instituciones públicas.

En medio de dicho escenario, «las compañías que forman parte de esta «economía de la atención» compiten por conquistar una parte de nuestro interés para obtener un beneficio comercial», acota el académico.

El mindfulness y este tipo de meditación, sostiene Doran, pierde su sentido al momento en que se utiliza para incrementar la productividad laboral manipulando con ello nuestra percepción de la realidad, y dispersando la esencia de lo que es la meditación y todo lo que dicho acto conlleva.